Domènec. De lo moderno usado. Martí Peran

Domènec. De lo moderno usado. Martí Peran

A lo largo de poco más de una década el trabajo de Domènec (www.domenec.net) se ha concentrado en gravitar, con órbitas distintas en cada ocasión, alrededor de las paradojas, los desatinos y los fracasos de la arquitectura moderna. Esta prospección crítica de la modernidad – como se demostró recientemente en la exposición “Modernologías”- se ha convertido en uno de los relatos más interesantes entre los que componen la partitura del arte contemporáneo. La justificación de esta deriva ha de ser necesariamente compleja, pues responde a numerosos elementos. En primer lugar, representa una oportunidad idónea para someter los presupuestos utópicos a una severo correctivo; por otra parte, la modernidad revisada allana el camino para desarrollar un arte crítico desde la memoria colectiva con todos sus negativos intrínsecos; finalmente, y quizás más importante todavía, la constatación de las fisuras que atraviesan al proyecto moderno, permite diagnosticar con notable precisión muchos de los desajustes y desamparos ideológicos propios de la contemporaneidad heredera de ese mismo proyecto. Todo este abanico de narraciones son puestas en juego en los proyectos desarrollados por Domènec aunque, como veremos, con una serie de matices y añadidos que otorgan a su propuesta un valor singular.

El modo habitual de exhibir la caída del ángel de la Historia lo resuelve Domènec mediante dos gestos de talante bien distinto. El primero consiste en sintetizar los contenidos del programa moderno en maquetas a escala, al modo de objetos escultóricos con una función contra-conmemorativa. A su vez, la segunda operación consiste en instalar estas mismas maquetas en el interior del mundo real para que reciclen sus funciones y propósitos y, ante todo, para que los supuestos teóricos que contienen se sometan a la experiencia y al uso. Con este doble movimiento, los proyectos se convierten en operaciones de recontextualización, en las que los espacios y los tiempos se repliegan y desdoblan, denotando en cada movimiento lo que podría conservarse de la historia, lo que debe cancelarse y, sobre todo, lo que cabría reformular y adecuar a las necesidades reales.

Los ejemplos de esta suerte de metodología de trabajo son numerosos. En Existenzminimum (2002) el monumento que Mies van der Rohe dedicara a Rosa Luxemburgo, se convierte en un habitáculo portátil con un pequeño manual para su automontaje; la Taqueria de los vientos (2003) reconvierte la torre original de Gonzalo Fonseca para los Juegos Olímpicos México 1968 en una taqueria ambulante que, más allá de dispensar comida y simbolizar los derroteros de la economía informal, evoca la represión gubernamental que precedió a la inauguración de los Juegos que habían de modernizar el pais; Unité Mobile (Roads are also places) (2005) convierte una maqueta de l’Unité d’Habitation en un camión teledirigido que circula, ante la sorpresa de los habitantes del emblemático edificio de Corbusier, por las distintas dependencias del complejo habitacional en Marsella. En una perspectiva muy cercana, en Sostenere il palazzo dell’utopia (2004) los usuarios reales del edificio romano de Corviale, inspirado en las soluciones tipológicas del urbanismo moderno para higienizar las zonas periféricas, aparecen retratos sosteniendo la maqueta, de nuevo, de l’Unité, reivindicando así, como sucediera con la iconografía tradicional de los mecenas sosteniendo las maquetas de sus promociones eclesiásticas o palaciegas, su verdadero protagonismo y su legitimidad para modificar el edificio en función de sus reales necesidades. Todavía operando con esta misma lógica, y entre los trabajos más recientes, Superquadra casa-armário (2007) reinterpreta los bloques habitacionales de Lucio Costa en Brasilia al modo de prototipos de refugio.

Una cuestión fundamental en todos estos proyectos es su vinculación con el contexto específico donde se formulan y se ejecutan. En efecto, esa revisión de la modernidad no se resuelve de un modo abstracto y desde el horizonte de lo teórico sino que, por el contrario, se encarna en cada ocasión acorde a determinados episodios modernos propios del lugar. Así, por ejemplo, la taqueria se concibe y se ejecuta en México D.F y la casa-armário en Brasilia. Este detalle no es anecdótico sino todo lo contrario; es lo que permite, no solo interpretar el paradigma moderno dentro de un marco histórico y social específico sino también, y mucho más importante, acelera el cortocircuito por el cual lo moderno ideológico y programático desciende hasta el efectivo valor de uso que, necesariamente, lo subvierte en función de los imaginarios reales y las expectativas mundanas. Con ello, esta prospección de la modernidad acentúa el valor de la experiencia real como el lugar desde el cual articular la crítica e, incluso, concede al conjunto de trabajos una efectiva dimensión pública.

El determinante papel del contexto real es precisamente lo que se convierte en el núcleo de trabajos como Real Estate (2007) y 48_Nakba (2007). En esta ocasión, sin referentes modernos al uso, Domènec describe de forma copiosa la dimensión arquitectónica de la colonización sionista de las tierras palestinas que convierten al urbanismo judío en una arma de guerra. Ahora, de algún modo, todo ese bagaje adquirido en la revisión de la modernidad histórica, se pone al servicio de un documentado retrato de uno de los episodios más infames del presente posthistórico perfilado bajo un modelo único. Los últimos trabajos de Domènec, tras esta inflexión, en lugar de conceder el protagonismo a aquello que no aconteció, acentúan su aproximación hacía aquello que, como acción imperativa de supervivencia y de justicia, acontece por encima de las previsiones. Motocarro (2010), una reconstrucción del artefacto con el que el Plácido (1961) de Berlanga intentaba soportar las penurias de la posguerra, circula ahora por las calles de la misma ciudad en las que se rodó la célebre película, pero como un dispositivo móvil puesto a disposición de aquellos que lo requieran y como evocación de otros tantos lugares donde los motocarros continúan simbolizando la respuestas imaginativas a la carencia.

(Exit Express # 45, Junio 2010)

 

Acumulació per despossessió i paradigma «securitari». Domènec i la captació de l’ethos postmodern. Jordi Font Agulló

“[…] No s’ha de construir una muralla recta, sinó ondulada.”

Flavio Vegecio Renato, Compendio de técnica militar, segles IV-V

 

“[…] com que el món social està enterament present en cada acció ?econòmica?, cal recórrer a instruments de coneixement que, lluny de qüestionar la multidimensionalitat i la multifuncionalitat de les pràctiques, permetin elaborar models històrics capaços d’explicar, amb rigor i minuciositat, les accions i les institucions econòmiques tal com s’ofereixen a l’observació empírica. […]”

Pierre Bourdieu, Las estructuras sociales de la economía

 

“[…] La nostra sang està fora de la llei, es pot vessar, ens poden matar, massacrar-nos, amb una impunitat total.

Yitskhok Katzenelson, Le chant du peuple juif assassiné

 

“[…] Ombrívola serà la nit… escasses les roses.”

Mahmud Darwish, Menos rosas

 

1. A Palestina, des de 1948, moment en què es va crear l’Estat d’Israel, hi està succeint quelcom molt significatiu, que va més enllà d’aquest tros de terra i que ha anat prenent el caire d’una disputa de gran transcendència, si més no en l’àmbit del món occidental. La contesa entre els antagonistes és d’una duresa extrema i cada vegada queda menys espai per al diàleg. Fins i tot la compassió, si és que en alguna ocasió hi va ser present, ha desaparegut en la seva totalitat. En aquest sentit, els darrers desplegaments a gran escala del Tsahal (l’exèrcit regular israelià), tant en territori libanès l’estiu de 2006 com a la franja de Gaza a inicis de 2009, confirmen el predomini d’una lògica bel·licista que fa molt difícil l’arribada a uns mínims acords de pau entre israelians i palestins. La convivència entre aquests dos pobles sembla condemnada per sempre més a un fracàs estrepitós. De fet, es tracta d’una antiga enemistat de gairebé un segle que té el seu punt de partida en el plantejament, per part del nacionalisme sionista, d’un retorn a la hipotètica pàtria perduda: l’Israel bíblic de l’antiguitat. Quan es va començar a parlar, per part dels promotors del sionisme, d’una terra sense poble per a un poble sense terra, aleshores van esclatar, com no podia ser d’altra manera, els conflictes.

Com és sabut, Palestina, tot i la baixa densitat de població, durant la dècada dels anys quaranta del segle XX no era, precisament, un espai despoblat. Sota el domini imperial britànic, els palestins, en gran majoria àrabs de religió musulmana, ja mal compartien amb grups cada cop més nombrosos de jueus vinguts d’arreu els recursos exigus d’un lloc productivament molt limitat. Aquest litigi al voltant de l’escassetat regnant va pujar de to després de la Segona Guerra Mundial i especialment arran de les conseqüències que va comportar un dels episodis més horrorosos associat a la devastació bèl·lica: la Shoah o destrucció del poble jueu a Europa. Després de totes aquelles penalitats encara va augmentar molt més el desig del poble jueu per trepitjar aquella suposada terra promesa. La càrrega simbòlica va incrementar exponencialment en la mesura que el lloc mític també es va convertir en el lloc efectiu d’acollida de milers de supervivents de la política antisemita genocida portada a terme pel nazisme. A pesar que quantitativament la immigració més significativa va ser la dels jueus del Pròxim Orient mateix i el nord d’Àfrica, l’arribada de vaixells atapeïts de jueus alliberats feia poc temps dels camps d’extermini i dels guetos que s’estenien per l’Est europeu va tenir —a causa de l’efecte emocional que arrossegava el genocidi perpetrat pels nazis— un caràcter fundacional. Efectivament, l’any 1948 va néixer l’Estat d’Israel. Però l’edificació d’aquell nou ens polític, administratiu i també militar no es va materialitzar de manera fluïda i pacífica en una terra sense poble, tal com es promulgava propagandísticament des de les posicions sionistes més doctrinàries, sinó que tot aquell procés va esdevenir una nova història de violència.

Tanmateix, la comunitat internacional vencedora ho va consentir i, fins i tot, hi va contribuir activament, en especial els Estats Units quan van unir l’existència d’Israel als seus interessos geopolítics. Al capdavall —i això alguns estudiosos del plet palestí com Norman G. Finkelstein ho esmenten fonamentadament—, tant en el període d’entreguerres com durant i després de la Segona Guerra Mundial podia ser habitual, i no precisament condemnable, la utilització de mètodes com el desplaçament forçós de persones a fi de resoldre els conflictes ètnics. Malgrat aquella aparent i consentida normalitat, el que va tenir lloc sense cap mena de dubte va ser un terrible capítol de dolor, desarrelament i exili que va afectar una proporció considerable de la població palestina autòctona. És l’any de la Nabka (la desgràcia o la catàstrofe), tal com ho van denominar els palestins de manera justificada. A la llarga, ni tot el patiment ingent dels jueus a Europa ha pogut compensar el traumatisme que va causar la fundació de l’Estat d’Israel. Alguns historiadors israelians revisionistes, com és el cas d’Ilan Pappé, han desmuntat el mite fundacional i l’han capgirat amb arguments ben sòlids. Les noves recerques vinculen la represa nacional israeliana —a banda de la recreació mitològica d’un passat perdut present en tots els processos de construcció de les nacions— a episodis deshonrosos de violació de drets humans fonamentals, fins i tot tan abominables com la neteja ètnica mateixa.

 

2. Cal considerar, doncs, que la fundació de l’Estat d’Israel no va venir induïda només pel sofriment de la persecució nazi, tot i que sí que va ser un element que la va precipitar i, en certa manera, legitimar. Tant va ser així que el fet d’engendrar altres sofriments sobre el poble que feia segles que vivia i treballava en aquell racó del Pròxim Orient no va suposar, en primera instància, cap impediment moral per a l’empresa sionista. Del recorregut històric de l’Israel modern, resulta un fet ben significatiu —per la seva controvèrsia i les repercussions que li van lligades— que les víctimes —segurament les víctimes per excel·lència del segle XX— hagin engendrat unes altres víctimes perennes que deslegitimen la viabilitat de l’Estat i que el situen en guerra i mobilització permanent. A partir d’aquest cúmul de circumstàncies històriques ha sorgit una organització estatal amb unes peculiaritats que la ubiquen en l’avantguarda, entre altres coses, del tractament, l’invent i la forja de les memòries col·lectives i, particularment, també de les darreres formes de gestió i producció del capitalisme global. Israel és una paradoxa radical. Com assenyala la historiadora Régine Robin, es tracta d’una societat fragmentada, etnitzada, comunitaritzada que, alhora, és moderna, vinculada al desenvolupament de l’alta tecnologia i dels media més avançats, americanitzada, mundialitzada com totes les societats occidentals. Segurament, Israel és un lloc privilegiat per captar aquest ethos postmodern on la modernització més rampant, combinada amb el capitalisme més desregulat, conviu amb elements identitaris i religiosos regits per un atavisme sense barreres.

La ceguesa, com remarca Régine Robin, fa temps que sobresurt en aquell indret. En efecte, regna una mena d’indiferència sentimental i visual que dificulta percebre els palestins i la seva història. Tot plegat ha conduït —i s’ha accentuat en aquests darrers mesos en què han plogut les bombes des del cel sobre la deprimida terra de Gaza— a una política opressiva en tota regla que implica, emprant els mots exactes de l’autora mateixa, […] transformació del paisatge, destrucció de les antigues ciutats i pobles, reconstrucció dels pobles i creació d’altres assentaments; tot plegat respon a una organització simbòlica diferent de l’espai, a una transformació radical de la toponímia, a una quadriculació de les carreteres modernes que no tenen res a veure amb els antics camins. Es tracta de recrear el país, de tornar-ne a constituir la geografia, de redissenyar-ne el paisatge, de garantir-ne no només el domini físic, sinó també el domini simbòlic. I a partir d’aquí, més endavant, les noves colònies i assentaments, la desviació de les xarxes de canalització i d’irrigació, les autopistes de circumval·lació, el mallat del territori i la “bantustanització” dels territoris ocupats. […] Es tracta, indubtablement, d’una descripció molt afinada de la tessitura en què es desenrotlla, des de ja fa un període llarg de temps, l’aposta nacionalista israeliana. Una aposta, segons un altre historiador, Mark Mazower, en què la planificació espacial ha tingut des de sempre un paper de primer ordre i, a més, ha comptat amb unes fonts inspiradores que tenien el seu referent en l’escola alemanya de geografia econòmica d’entreguerres. Cosa que no és estranya si es té present —com ja s’ha remarcat— que la creença en l’Estat-nació ètnicament pur com a via de solució per a la distribució de la població i dels recursos va ser moneda corrent de canvi en els redissenys cartogràfics de la postguerra i en molts processos de descolonització. Per tant, en aquest sentit es pot dir que els arquitectes del nou Estat israelià no tenien res de singular pel que fa a l’assumpció d’uns criteris —discutibles i inhumans, tal com s’ha demostrat— emprats per molts altres pobles. No obstant això, sí que hi havia una diferència: la creació d’Israel suposava un acte de colonització clàssic en un moment de desintegració dels imperis. Tot plegat només podia comportar el conflicte, la resistència tenaç dels sotmesos i la debilitat del sistema democràtic.

Curiosa democràcia, per consegüent, la d’aquest Estat que es vanagloria de ser l’únic país de l’Orient Mitjà on funciona un sistema parlamentari homologable al de qualsevol país de l’òrbita occidental. En veritat, com succeeix amb moltes altres qüestions, Israel ocupa un escalafó capdavanter quant a una concepció de la democràcia cada vegada més en boga i que es caracteritza per la restricció de la participació democràtica, per l’encimbellament de l’individualisme i pel protagonisme central de les elits. El politòleg Sheldon S. Wolin ho ha descrit molt acuradament a partir de la terminologia de managed democracy i del desenvolupament de la noció de totalitarisme invertit que vindria a significar una connivència entre l’organització estatal, la participació activa i polititzada de les grans corporacions i la passivitat política acrítica de la majoria dels ciutadans. A Israel, en bona mesura, s’està donant aquest fenomen però amb una diferència a tenir en compte: això és el grau de mobilització militar a què està obligada una població instruïda a partir del conreu d’una cultura de la por i de l’amenaça exterior. En definitiva, una nació en armes des dels seus orígens contra uns enemics reals i potencials —la OAP, Hamàs, Hezbollah, Iraq, Iran… segons els moments històrics— que posarien en perill la seva integritat territorial i la seva supervivència identitària.

Aquesta situació d’alerta permanent ha col·locat Israel en el rànquing dels països pioners en la generació de tecnologies de seguretat i de protocols d’actuació tant en conflictes de baixa intensitat com en casos de guerra oberta. Aquests progressos tecnològics van adquirir una força inusitada des dels fets de Nova York de l’11 de setembre de 2001, que van inaugurar, com és sabut, l’època de la guerra contra el terrorisme global. De la mà de la política nord-americana desbocada i militaritzada, Israel ha confirmat a bastament el seu estatus de laboratori «securitari» i de societat-guarnició, tal com l’anomena el comunicòleg francès Armand Mattelart. Com a elements ben il·lustratius d’aquestes pràctiques «securitàries», l’autor mateix destaca el mur de formigó (security fence) de vuit i nou metres d’altura amb alarma electrònica, reforçat amb fosses i filferro espinós en alguns llocs, que està previst que tingui una longitud de 700 quilòmetres, la mateixa que la “línia verda” a Cisjordània, i que marqui la frontera fixada el 1967 durant la Guerra dels Sis Dies. Fins i tot, les coses van més enllà quant a gravetat a causa del fet que, ara per ara, la construcció del mur ja se salta arbitràriament la línia marcada a resultes del conflicte. Conscientment, l’Administració israeliana porta a terme una política territorial agressiva i de fets consumats amb l’excusa de la protecció de les colònies jueves que es troben enmig dels territoris ocupats palestins. Amb les defenses i les xarxes sofisticades de vigilància que les envolten, aquestes agrupacions d’habitatges contribueixen a eixamplar il·legalment el territori israelià i a reduir l’espai vital palestí. És una manera de fer que té en compte la perspectiva d’una futura partició de Palestina en dos Estats. D’aquesta manera, Israel, amb part de la feina feta, es quedaria amb el millor tros del pastís.

Tal com s’ha assenyalat, una de les prioritats de qui ostenta el poder polític a Israel és, almenys fins ara, ressaltar el seu caràcter modern i occidental, cosa que vol dir publicitar credencials i polítiques públiques democràtiques que, d’una o altra forma, encobreixin el panorama esgarrifós que assola el territori palestí i els seus habitants desplaçats i reclosos en emplaçaments residuals sense cap tipus de drets. Aquests grans erms on sofreix la població palestina són un escull a resoldre en l’agenda de planificació d’una reestructuració territorial que el poder israelià considera inacabada. De fet, les maniobres emmascaradores en què la cultura juga un paper actiu són ben pròpies de l’Occident capitalista, sobretot des de la dècada dels anys vuitanta, quan les grans corporacions privades i l’Estat, amb un paper subsidiari, van establir una relació ben estreta. Un vincle que reunia el patrocini empresarial amb la política pública. Per consegüent, aquesta unitat va connectar, d’acord amb la investigadora Chin-tao Wu, les arts i la cultura amb l’esperit del lliure mercat tan apreciat en la dècada de Reagan i Thatcher. Però no només va comportar aquesta mutació significativa, sinó que també va implicar, tot emparant-se en les maneres de fer del sacrosant mercat, que l’art jugués un rol de marxandatge identitari i consensuador. Malgrat tot, cal assenyalar que, en algunes ocasions, en les polítiques artístiques institucionals —públiques o privades— apareixen ambivalències que obren viaranys per on circulen discursos antagonistes poc simpàtics amb el poder instituït.

En una conjuntura tan poc edificant des del punt de vista moral com és el cas de la d’Israel, per tant, no resulta estrany que es promogui l’intercanvi cultural i artístic amb altres Estats modèlics, en principi, en relació amb els paràmetres de definició del que es considera una democràcia. En aquest sentit, portar a terme intercanvis artístics es podria entendre com un signe de normalitat i, en bona mesura, fou arran d’aquesta via que Domènec va fer el seu primer viatge a Israel l’any 2006. Però, com s’ha remarcat, dins la institució també es produeixen esquerdes que permeten que alguns artistes, gestors i comissaris treballin amb llibertat crítica i voluntat subversiva. Domènec i els seus amfitrions israelians van explotar, tal com palesen els projectes realitzats, aquesta escletxa. Per altra banda, si es té en compte la seva trajectòria en els darrers quinze anys, tampoc és inusual que anés a raure a Israel.

D’aquest artista destaca el seu treball a l’entorn de la crisi del projecte modern i les mutacions postmodernes ocorregudes des del darrer terç del segle XX. Domènec acompleix aquesta elecció artística a partir d’una concepció cada vegada més expandida de l’escultura amb l’ús de dispositius tècnics i de presentació diversificats en què el reciclatge protoarquitectònic i el procés paradocumental tenen un paper preponderant. Així doncs, podríem afirmar que, tot emprant l’arquitectura com a via d’aproximació metonímica, Domènec ha confegit una veritable prospecció sobre les pretensions utòpiques de la Modernitat. D’aquesta manera, tot situant-se en el terreny d’un postmodernisme crític —que es distingeix d’aquell afirmatiu i claudicant que no fa res més que cantar apologèticament la desfeta de l’humanisme radical i de les propostes socials que pugnen per la igualtat—, opta per l’adopció d’un compromís rebel que, si bé s’interroga sobre les limitacions de la Modernitat, insisteix a mostrar que l’ordre heretat és més l’expressió d’un naufragi que no pas la plasmació d’una superació positiva de quelcom esgotat. En definitiva, el seu posicionament crític l’ha conduït a escodrinyar en la medul·la del potencial utòpic modern a fi de reinterpretar-lo i reubicar-lo. És a dir, amb l’objectiu de retornar-li un sentit enmig del caos sistèmic i la fragmentarietat que ens embolcalla. Principalment, aquesta operació l’ha portat a terme, tal com ja s’ha esmentat, explorant el potencial transformador i l’imaginari utòpic que va posseir l’arquitectura moderna. Projectes rellegits d’arquitectes com Alvar Aalto, Le Corbussier o Mies van der Rohe, per citar-ne alguns, li han servit, en el passat, per treure a la llum de manera molt productiva i pedagògica les carències, les paradoxes i les voluntats de canvi que contenia el polièdric pensament modern. D’aquesta manera, les seves relectures, que es plasmen objectualment en maquetes sovint descontextualitzades del seu marc d’origen i funcionalitat, esdevenen miralls d’una Modernitat en crisi i de la desorientació postmoderna i, a més, rellancen, després d’un procés de despullament de qualsevol plantejament grandiloqüent, les virtuts utòpiques modernes per tal de ser aplicades en un context quotidià.

El seu viatge a Palestina, convidat a una residència per un organisme israelià (Jerusalem Center for The Visual Arts), el podia haver portat amb molta probabilitat a continuar en aquesta línia de treball. De fet, un nombre significatiu d’arquitectes identificats amb el racionalisme van acabar construint a Israel. Tel-Aviv és una de les ciutats del planeta que concentra més edificis d’aquestes característiques. En primera instància, no semblaria contradictori que el lloc concebut i designat tantes vegades com la terra promesa acabés allotjant una arquitectura pensada per millorar les condicions de vida de la humanitat, però si ens atenem al procés fundacional d’aquest Estat, a la trajectòria i al moment actual, la contradicció es fa malauradament evident. És més, no és agosarat afirmar que les tan esmentades paradoxes implícites en la Modernitat prenen una visibilitat inusitada en cadascuna de les accions israelianes a Palestina. Certament, un dels indrets del globus terraqüi en què la via humanista emparentada amb els discurs modern ha mostrat un fiasco més clamorós és Israel. Cal tenir en compte, per exemple, que en els seus inicis la realitat estatal hebrea va tenir connexions ben directes amb versions del laborisme i del socialisme. Tot amb tot, com és sabut, això no va evitar l’aïllament forçat d’una gran proporció dels habitants palestins que residien en aquelles contrades. Una segregació que no s’atura, sinó que en l’actualitat s’accentua.

Enfront d’aquest panorama en què aflora la brutalització de la quotidianitat, Domènec no va romandre impassible. Podria haver estat interessant, però no n’hi havia prou amb la fixació del seu esguard escrutador en alguna construcció arquitectònica emblemàtica. L’especulació metonímica al voltant d’algun rastre arquitectònic modern enmig de tanta injustícia i barbàrie podria haver adquirit el caire d’un mer exercici formalista, una tria propera a una mena de replegament inoperant i despolititzat, tal com ho diria Dominique Baqué. Domènec, doncs, es va veure —i es continua veient— atrapat i corprès per un univers viu i vibrant que exposa a la vista la condició última de la política postmoderna. Més encara, podríem convenir amb George Arthur Goldshmidt —periodista citat per Régine Robin en el seu llibre sobre les dinàmiques de la memòria amb relació a la història— que en aquest punt minúscul del planeta hi ha en joc, potser, el destí mateix de la memòria col·lectiva occidental. Sense cap mena de dubitació, cal asseverar que la conducta guerrera i humiliant israeliana sobre el poble palestí difama el record de la tragèdia del poble jueu en mans de la criminalitat nazi. Com és sabut, Auschwitz posa en una situació d’escac i mat el monument intel·lectual de la Modernitat, però, alhora, les massacres de Sabra i Shatila o els darrers bombardejos sobre la deprimida franja de Gaza, amb totes les distincions que es vulguin, segueixen una determinació que només pot acabar engreixant l’univers obscur de la barbàrie.

Arribats a aquest punt, entren en qüestionament i perden pes, fins i tot, els arguments esgrimits per tots aquells que de la memòria de la Shoah han fet i fan el model per erigir una crítica negativa de la via moderna occidental. Evidentment, això no significa que deixin d’haver-hi motius per avaluar amb totes les seves contradiccions latents i visibles el projecte modern —els orígens fundacionals d’Israel no es poden entendre d’altra manera que no sigui en aquesta clau paradoxal de la Modernitat—, però el veritable problema comença quan aquella memòria de la ferida dels camps d’extermini esdevé un instrument per justificar comportaments execrables. La incongruència moral resulta letal i el record sublimat de les víctimes es converteix en quelcom banal, litúrgic i ritual al servei d’una causa que ignora conscientment la immoralitat dels mitjans emprats. Les seqüeles són la Modernitat doblement ultratjada i la manipulació de la memòria del crim comès sobre el poble jueu durant els anys de plom a resultes de l’expansió criminal de l’imperialisme alemany. Un episodi que ha deixat un rastre commovedor gràcies a milers de testimoniatges i obres literàries excepcionals com ara, per exemple, el llarg poema escrit en yiddish Cant del poble jueu assassinat del poeta Yitskhok Katzenelson, portaveu i emblema del sofriment causat per l’anihilació del ghetto de Varsòvia, que va acabar gasejat a Auschwitz. En veritat, aquest és l’enorme desencís que ens aclapara, en percebre l’herència testimonial de la Shoah (edifici cultural humanista indiscutible) rebregada per la conducta sovint infame de l’Estat d’Israel. En aquest sentit, i a títol individual, és ben significatiu el recorregut vital de la supervivent del camp de Bergen-Belsen, Hannah Levy-Hass, mare de l’eminent periodista israeliana Amira Hass. Aquesta dona va veure com tots els seus móns s’enfonsaven: l’assolament de la minoria jueva a Europa, la implosió del socialisme a la seva Iugoslàvia natal i, finalment, la gran decepció de la seva casa d’adopció, Israel, que ben aviat va anunciar el seu caràcter colonialista.

Per tot això, i sense deixar de banda altres aspectes ja comentats a l’entorn de l’organització capitalista de la producció, Israel té aquest vincle tan estret amb la condició de la postmodernitat. Israel-Palestina són, per tant, una realitat i una metàfora del terrible atzucac en el qual es troba l’home contemporani. Amb el viatge a l’Orient, l’obra artística de Domènec ha experimentat un canvi, però no pas en un sentit iniciàtic neoorientalista i de retrobament amb el més pregon de l’essència del seu ésser, sinó que s’hauria de parlar d’una repolitització dels seus procediments estètics. Aquesta transformació, viva i sense signes d’haver finit, li ha permès la captació de les rutes per on es desplacen l’economia política i el capital simbòlic d’última generació. En conseqüència, el viatge, o millor dit, les diferents estades a Palestina, lluny del turisme cultural benpensant, l’han ajudat a afinar encara més el seu procediment artístic, que ha passat de fer paleses les mancances de la Modernitat a desvelar les disfuncions del moment postmodern en un lloc específic.

 

3. Per bé que vivim en una època en què el fet de viatjar ha degenerat en una activitat consumista i frívola, també és veritat que hi ha qui n’extreu lliçons apassionants que processa en actes creatius i de coneixement que poden tenir un interès públic i general. El dramaturg anglès David Hare és un d’aquests casos. Arran d’una estada a Israel i als territoris palestins l’any 1997 va néixer el monòleg Via dolorosa. Una obra d’estil àgil i irònic tal com confirma el següent fragment: “[…] No hi ha res que et prepari per al xoc físic del pas a Gaza. Un escriptor deia que anar amb cotxe d’Israel a la franja de Gaza és com anar de Califòrnia a Bangladesh. T’acostumes tant a les autopistes amples i a la fàcil sensualitat d’Israel, que és la visió de la pols, una pols sobtada, una tempesta marró i gegant d’autèntica brutícia el que t’avisa que ets a punt d’entrar en una societat on la gent guanya exactament un 8% del que els seus oposats guanyen a Israel. […]”. Sens dubte, aquesta descripció impressionista mostra amb escreix el drama i el deteriorament que assola la disputada Palestina. Domènec, per la seva part, sense anar a Gaza però desenvolupant un intens treball a mig camí entre la manera de fer detectivesca i la deriva situacionista a la ciutat dividida de Jerusalem i als territoris ocupats de Cisjordània, ha aconseguit traslladar-nos la inquietant naturalesa que ha adoptat en l’actualitat el projecte econòmic i polític israelià. Com sol ser habitual en la seva obra, amb un exercici d’estil auster coronat per la distància crítica i la ironia, perfila un retrat dissident que, no per insòlit, deixa d’aportar una crítica eficaç i accessible.

A fi d’atènyer el seu propòsit —ja hem remarcat que en aquesta ocasió no treballa al voltant de cap paradigma arquitectònic concret o autorial—, l’operatiu amb què ha desplegat la seva reapropiació estètica ha tingut presents tres vèrtexs de la societat israeliana: la seguretat i la guerra; el fet d’habitar associat a una economia amb uns trets colonialistes molt singulars, tal com veurem; i, per últim, les víctimes i la seva memòria. És evident que el plantejament expositiu implica una desorientació prèvia que es transmuta, però, en un brillant instrument de reflexió crítica. La vaga recreació d’una oficina de propietat immobiliària (Real Estate) amb els seus hipotètics materials promocionals podria semblar una provocació a l’hora d’acarar-se amb la realitat d’una societat tan trasbalsada. Tanmateix, la incursió de l’artista en la quotidianitat fa palès que no hi ha activitat econòmica neutre. Sempre respon a la presència intensa, tal com va subratllar Pierre Bourdieu, del món social.

En el cas israelià-palestí, atesa la gravetat del conflicte, el fet mateix d’habitar i situar-se en el territori —encara que sempre la té en tots els llocs— adquireix una connotació política molt més forta, i fins i tot esdevé un acte de violència colonialista amb conseqüències detestables per a la gran majoria palestina desfavorida. Domènec ho presenta irònicament a fi de fer-nos-ho entenedor, però la vida real és molt pitjor. És cínica i no hi ha cap impediment al fet que en la premsa israeliana apareguin anuncis immobiliaris que fan referència a habitatges que es troben dins els territoris palestins ocupats il·legalment. La venda d’aquests habitatges és possible i, a més, s’impulsa com una eina més de l’estratègia de dominació israeliana. Però dur a la pràctica quotidiana qüestions com l’afermament progressiu d’aquests assentaments de colons que es creuen pioners d’una causa messiànica i, a més, fer que sigui viable, requereix l’assumpció d’una política «securitària» extrema que té unes seqüeles catastròfiques en l’àmbit de la societat civil. És la restricció democràtica sense aturador, cosa que li confereix, malauradament, un paper modèlic. Naomi Klein ha expressat de manera ben cristal·lina en què consisteix aquest protagonisme israelià en el campionat global de la seguretat. Sobre aquest assumpte, l’analista canadenca ve a dir el següent: a Sud-àfrica, Rússia i Nova Orleans, els rics construeixen murs al seu voltant. Israel ha portat aquest procés un pas més lluny: construeix murs que cerclen els pobres perillosos. Es tracta, remarca Naomi Klein, del millor exponent del capitalisme del desastre. De cap manera es tracta de retòrica anticapitalista. Per exemple, fa ben poc s’ha donat a conèixer un projecte de la ciutat de Rio de Janeiro que consistirà en el bastiment d’un gran mur que circumdarà els barris depauperats que es coneixen amb el nom de faveles.

Aquesta darrera definició que apel·la al desastre escau perfectament a tot allò que copsa Domènec i que ens exposa per mitjà dels materials que complementen i donen sentit a la seva suposada oficina immobiliària. D’una banda, un documental fragmentat —ben lluny de la linealitat de la narrativa visual televisiva— i expandit en quatre proposicions temàtiques que reflecteixen el trencament cívic i territorial i, per tant, la impossibilitat —tot i l’existència d’activistes d’esquerres pròpiament jueus que recerquen una via alternativa de conciliació— d’implantar una certa cohesió social davant l’avanç inexorable d’un comunitarisme que es fonamenta en la desigualtat i l’explotació. Un mot, aquest darrer, que perd pes de manera gradual perquè, des de l’arribada dels jueus de la desapareguda Unió Soviètica a inicis dels anys noranta, la població palestina ja no és considerada productiva, i aquí rau la singularitat del colonialisme tardà israelià. Tractada com a residu molest, se la té desplaçada i ubicada en grans presons que són els territoris ocupats mateixos i la seva presència esdevé el pretext essencial, a través del manteniment d’un conflicte permanent de baixa intensitat, per impulsar una pròspera indústria de la seguretat. Malgrat el desastre, les taxes de creixement de l’economia són enormes, comparables, segons Naomi Klein, a les de Xina i Índia. L’estat latent de guerra constitueix l’espina dorsal del capitalisme israelià. El manteniment d’aquest clímax de tensió s’expressa, en opinió d’Ariella Azoulay i Adi Ophir, en l’equilibri inestable entre la violència suspesa quotidiana (és a dir, la presència certa però oculta de l’amenaça d’un hipotètic ús de la força) i la violència espectacular que no para atenció als mitjans emprats i que s’aplica en algunes situacions d’acreixement de la resistència dels oprimits. A més, gràcies a l’extrapolació planetària de l’estat d’excepció promogut fins fa ben poc per l’administració dels Estats Units de l’expresident G.W. Bush, els beneficis no han deixat d’augmentar.

De l’altra, una edició especial, una mena de publicació que s’inspira en els suplements d’anuncis immobiliaris que Domènec converteix en un catàleg que documenta i verifica fotogràficament què és una societat segmentada i presonera d’unes dinàmiques econòmiques sense escrúpols: assentaments jueus en barris àrabs i palestins de Jerusalem, el mur de la vergonya en construcció, cases palestines enderrocades, camps de refugiats, colònies jueves en territoris ocupats, emprenyadors punts de control (Check points), restes d’antigues viles palestines d’abans de 1948. En definitiva, l’estrident constatació que els sectors dominants israelians han optat per la via d’una fortalesa futurista que s’autoconcep amb les suficients facultats per tal d’assegurar-se la supervivència i la primacia malgrat estar envoltada d’enemics, el caos i la humiliació indigna que ella mateixa produeix. El sofriment és el negoci: tecnologies de vigilància, companyies de seguretat, més privatització i restricció dels serveis socials, indústria armamentística i l’edificació d’un mur sinuós i ondulat que estigui preparat per contornejar —i penetrar ofensivament quan calgui— el territori de la població considerada com a sobrant i no productiva.

 

4. En una cançó del compositor Kurt Weill es fa esment a un suposat espai utòpic, de nom Youkali, que vindria a ser el recer de la felicitat i del plaer, el país dels nostres desitjos que s’esfondren en adonar-nos que només s’ha tractat d’un somni, d’una follia passatgera. A Israel, la bogeria no és passatgera; és crònica i negativa i, a més, es decanta cap a la consecució d’una utopia degenerada que ben bé es podria encarnar en el nom enigmàtic de Baladia. Enmig del desert del Negev, el Tsahal i l’exèrcit dels Estats Units experimenten tècniques de lluita contrainsurgent en els carrers i les cases d’una ciutat-simulacre, Baladia, que és una rèplica exacta d’una localitat palestina. Aquest és el taller, la incubadora d’empreses de l’època «securitària». Per desgràcia, Israel-Palestina camina cap a una polarització extrema. D’un costat, la ciutat-ciutadella i, de l’altre, la proliferació dels gegantins guetos segregacionistes a la franja de Gaza i a Cisjordània. L’escriptor libanès Elias Khoury rebla el clau quan afirma que els polítics israelians responsables del confinament per mitjà de la força militar no tan sols estan oblidant la història d’opressió del seu poble mateix, sinó que sembla que hagin decidit identificar-se amb els seus assassins i imposar als palestins que esdevinguin els jueus dels jueus. Aquest darrer joc de paraules no és, precisament, una diversió; és una crua realitat sobre la qual Domènec, conjuntament amb Sàgar Malé, ha treballat de manera sòbria i convincent en els plans fixos del treball videogràfic 48_Nakba. Efectivament, cinc entrevistes a palestins que fa ja més de seixanta anys que malviuen en camps de refugiats dins el seu propi país —quina paradoxa ser un exiliat a la casa d’un mateix!— reflecteixen la marginació de tot un poble i l’intent de la seva anihilació cultural i identitària. Un anorreament que es porta a terme a diari mitjançant l’execució d’un pla sistemàtic que té per objectiu esborrar tots els referents que poden proporcionar l’esperança de mantenir en el present els vincles amb el passat recent perdut. Però hi ha més que això, ja que queden evidenciades l’agressió i la mutació físiques exercides sobre la geografia palestina a través d’un procés de despossessió dels recursos que no té altra destinació que l’acumulació capitalista. Es tracta d’una reorganització espacial, emprant la terminologia del geògraf David Harvey, que es materialitza sota pautes polítiques neoconservadores dirigides vers la imposició d’una lògica territorial d’ordre i control i sota els impulsos econòmics atiats per la privatització neoliberal en un indret on no hi ha abundància de recursos. L’aigua, per exemple, n’és un cas ben explícit. Tot plegat ofereix unes enormes oportunitats al complex militar-«securitari» i es legitima amb la màscara esculpida per mitjà del discurs que se centra en el combat contra un suposat terrorisme palestí —les accions del qual també suposen, en algunes ocasions, una violació dels drets humans fonamentals—, altrament ja inclòs en el catàleg global de l’Eix del mal.

Es podria dir que la incursió a Israel-Palestina ha suposat la incorporació d’una variant en el treball artístic de Domènec. És a dir, que al fet de redimensionar políticament i filosòficament el paradigma arquitectònic racionalista, tot sotmetent-lo a una estratègia de desmuntatge com a via d’accés a una depurada anàlisi sobre les insuficiències de la Modernitat, hi ha afegit una actitud propera a la de l’agitador —que no vol dir ni menys complexa ni menys reflexiva—. Aquest gest es fa palès en el protagonisme que es concedeix a les relacions humanes i en l’establiment de connexions amb l’entorn social i polític que no accepta un present tacat per l’oprobi i l’opressió. La prospecció de Domènec —entre la investigació urbanística, la sociologia i l’antropologia cultural— no ha anat en la direcció de constituir formes artificials de vida social, com succeeix en la majoria de les propostes de l’estètica relacional, sinó que té la finalitat d’ensenyar-nos documentalment els vestigis d’una arqueologia del que podria ser un futur generalitzat i present arreu, amb la por i la violència com a fonaments de l’ordre social. Israel-Palestina és un exemple ben creïble de l’obscuritat que pot abraçar el nostre esdevenidor i, alhora, aquest binomi ja ha adquirit l’amplitud tràgica que es deriva del lament per la perversitat que pot allotjar en el seu si la condició humana. És a dir, la inquietud que traspua del fet, tal com assenyala Eva Figes en la seva novel·la–assaig, que el victimisme del poble jueu pugui justificar actes que causen més víctimes. El que havia de ser un referent moral per a la humanitat, l’Holocaust, en les urpes dels falcons de l’Estat d’Israel corre el perill de perdre la dignitat i de convertir-se en un mer instrument propagandístic.

En referència al context nord-americà, que cal recordar que sovint actua tant com a caixa de ressonància com de pol d’influència de les postures oficials israelianes, l’historiador Peter Novick ha alertat sobre aquestes banalitzacions simplificadores que, al seu parer, tenen molt a veure amb el tancament dels jueus d’Estats Units en ells mateixos i amb el fet que s’hagin desplaçat cap a la dreta en el marc de l’esfera política, cosa que els ha conduït a adulterar i tergiversar el pes cultural de la tragèdia vinculada als camps de la mort nazis. Sens dubte, les polítiques dels darrers governs israelians envers els palestins encara dificulten molt més les possibilitats de mantenir aquest referent humanista com a universal. La combinació d’identitat racial i religió amb tecnologies d’última generació fa d’Israel el bressol per excel·lència de l’ethos postmodern. No obstant això, d’acord amb el que venim sostenint, dins la Postmodernitat també hi ha espai per a la dissidència crítica i la resistència, fins i tot en els paratges palestins on ja no abunden les roses tal com diu el vers de Mahmud Darwish. Ja fa temps que Domènec transita per aquest camí resistencialista i, per aquest motiu, no és casual que la seva estètica, tan adequada per a aquests temps d’urgència, hagi operat a Israel-Palestina.

En definitiva, per acabar, només afegir, malgrat que alguns autors hi continuen insistint —sobretot dins el mateix món cultural jueu—, que ja no té gaire sentit calibrar si fou o no fou pertinent la fundació de l’Estat d’Israel a Palestina el 1948. La realitat del present s’imposa i, per tant, l’objectiu més important és fer habitable per a ambdós pobles aquella porció de terra. Les dificultats són enormes, potser impossibles de superar, però l’únic camí és l’aprofundiment democràtic associat a una transformació del model socioeconòmic —d’altra banda, només possible si es produeix també en paral·lel en un àmbit global— i l’entesa entre els sectors pacifistes i més progressistes d’ambdues bandes. La continuació de l’opció de la força condueix a un cataclisme. ¿Els poders fàctics israelians han pensat —tal com sosté Perry Anderson— què podria passar si els països àrabs del Pròxim Orient es desempalleguessin algun dia del domini neoimperialista nord-americà? És probable que el captiveri palestí deixés d’existir tal com el coneixem avui. Alhora, també és gairebé segur que es perdria l’oportunitat de redefinir un país amb espais per a la democràcia i la laïcitat. Com és ben palpable a diari, les actuacions israelianes en clau nacionalista radical i extremament neoconservadores en l’àmbit social són el millor combustible per als seus adversaris més fonamentalistes i reaccionaris. En el fons, el fet que l’Estat d’Israel s’entesti a cavalcar sobre el paradigma «securitari» i el capitalisme del desastre no pot ser altra cosa que un mal auguri. És l’expressió més transparent de la fragilitat a què està exposat.

 

Bibliografia citada i utilitzada

 

ANDERSON, Perry, “Precipitarse hacia Belén”, New Left Review, número 10, pp. 5-29.

ARIAS, Juan, “Un muro rodeará las favelas de Río”, El País, 29 de març de 2009.

AZOULAY, Ariella/OPHIR Adi, “La cola del monstruo”, traducció d’un fragment de la conferència “The Politics of Humanitarianism in Occupied Territories”, pronunciada al Van Leer Jerusalem Institute (20 i 21 d’abril de 2004)

BAQUÉ, Dominique, Pour un nouvel art politique. De l’art contemporain au documentaire, París, Éditions Flammarion, 2004.

BOURDIEU, Pierre, Las estructuras sociales de la economía, Barcelona, Editorial Anagrama, 2003.

DARWISH, Mahmud, Menos rosas, Madrid, Ediciones Hiperión, 2006.

FINKELSTEIN, Norman G., Imagen y realidad del conflicto palestino-israelí, Madrid, Ediciones Akal, 2003.

FIGES, Eva, Viaje a ninguna parte, Barcelona, Edhasa, 2008.

FLAVIO VEGECIO RENATO, Compendio de técnica militar, Madrid, Ediciones Cátedra, 2006.

HARE, David, Via dolorosa, Barcelona, Columna Edicions, 2003.

HARVEY, David, El nuevo imperialismo, Madrid, Ediciones Akal, 2003.

KATZENELSON, Yitskhok, Le chant du peuple juif assassiné, París, Zulma, 2007

KHOURY, Elias, “Los judíos de los judíos”, El País, 16 de gener de 2009.

KLEIN, Naomi, La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, Barcelona, Ediciones Paidós, 2007.

LADDAGA, Reinaldo, Estética de la emergencia, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2006.

LEVY-HASS, Hanna, Diario de Bergen-Belsen 1944-1945 (Prólogo de Amira Hass), Barcelona, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2006.

MATTELART, Armand, Un mundo vigilado, Barcelona, Ediciones Paidós, 2009.

MAZOWER, Mark, El imperio de Hitler, Barcelona, Editorial Crítica, 2008

NOVICK, Peter, Judíos, ¿vergüenza o victimismo? El Holocausto en la vida americana, Madrid, Marcial Pons Ediciones, 2007.

NÚÑEZ VILLAVERDE, Jesús A., “Todo empezó en Baladia”, El País, 16 de gener de 2009.

PAPPÉ, Ilan, La limpieza étnica de Palestina, Barcelona, Editorial Crítica, 2008.

RABKIN, Yakox M., La amenaza interior. Historia de la oposición judía al sionismo, Hondarribia, Editorial Hiru, 2006.

ROBIN, Régine, La mémoire saturée, París, Éditions Stock, 2003.

WOLIN, Sheldon S., Democracia S.A. La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido, Madrid, Katz Editores, 2008.

WU, Chin-tao, Privatizar la cultura, Madrid, Ediciones Akal, 2007.

 

Monthly Archive:
setembre 2024
febrer 2024
abril 2023
desembre 2022
novembre 2022
febrer 2022
octubre 2021
agost 2021
juliol 2021
juny 2021
maig 2021
gener 2019
desembre 2018
novembre 2018
octubre 2018
setembre 2018
juliol 2018
juny 2018
abril 2018
març 2018
febrer 2018
gener 2018
novembre 2017
octubre 2017
juliol 2017
juny 2017
maig 2017
abril 2017
febrer 2017
desembre 2016
novembre 2016
octubre 2016
juliol 2016
juny 2016
maig 2016
març 2016
novembre 2015
setembre 2015
agost 2015
juliol 2015
juny 2015
abril 2015
març 2015
febrer 2015
gener 2015
desembre 2014
novembre 2014
octubre 2014
setembre 2014
agost 2014
juliol 2014
juny 2014
abril 2014
març 2014
febrer 2014
gener 2014
desembre 2013
novembre 2013
octubre 2013
setembre 2013
agost 2013
juny 2013
maig 2013
abril 2013
març 2013
febrer 2013
gener 2013
novembre 2012
octubre 2012
setembre 2012
juliol 2012
juny 2012
maig 2012
abril 2012
març 2012
febrer 2012
gener 2012
desembre 2011
novembre 2011
octubre 2011
setembre 2011
agost 2011
juliol 2011
juny 2011
abril 2011
febrer 2011
gener 2011
desembre 2010
novembre 2010
octubre 2010
setembre 2010
agost 2010
juliol 2010
juny 2010
maig 2010
abril 2010
març 2010
febrer 2010
gener 2010
novembre 2009
octubre 2009
setembre 2009
agost 2009
juliol 2009
juny 2009
maig 2009
abril 2009
març 2009
desembre 2008
novembre 2008